jueves, junio 13, 2013

MAITE LANDIN IN MEMORIAM: PUNTO FINAL, ÚLTIMA TESTIGO.


Maite Landín (Sestao, 1920), de familia bilbaina afincada en Donostia, era la última superviviente de una familia destruida por la Guerra Civil. Con una vida de guion de libro ya existente, algunos sueñan con que se convierta en película algún día. Landín falleció el pasado 28 de abril, día en la que precisamente cumplía 93 años, según informó a DEIA Juan Ramón Garai, de Intxorta 1937 Kultur Elkartea.

Hija del que fue subdirector del Observatorio Meteorológico de Igeldo asistió al auge simultáneo del Observatorio y de la República, a la sublevación militar del 18 de julio de 1936, a la huida a Bilbao, y al exilio francés que conlleva la desaparición del equipo científico que llevó al Observatorio a su máximo esplendor: su padre Juan Landín, el meteorólogo exiliado Mariano Doporto y el radiotelegrafista Manuel Rivero, fusilado.

La ocupación del Observatorio por el ejército del general Mola lo pone al servicio del Puesto de Mando en Burgos y de las operaciones militares que realizan conjuntamente los sublevados, los alemanes y los italianos.

Maite, que desde niña sintió fascinación por la profesión de su padre, observaba y apuntaba todo. "Como un meteorólogo que quiere afinar la predicción, no pierde detalle y analiza y relaciona todos los datos", explica Garai. Anoten como hizo ella: la traición de algunos compañeros de su padre, al abandonar Donostia. El fusilamiento de su hermano mayor en Hernani. El abandono de los familiares y amigos que pudieron intervenir a su favor y no lo hicieron.

El bombardeo de Gernika, que presenció al intentar reunirse con su otro hermano, gudari del batallón Saseta. La salida en barco de Bilbao y su llegada a Askain (Lapurdi). El reencuentro con sus padres en Dax, donde vive tres años y presencia la deportación de los judíos por los alemanes. También vivió el retorno del exilio, ante el temor a ser deportados.

A esto hay que añadir, "la marginación por parte de su familia paterna, convertida al nacional-catolicismo, las humillaciones que le propinaron las que habían sido sus amigas, las falsas denuncias, las confiscaciones de bienes, la prisión y tortura de su padre al entregarse en Irun, la condena a prisión de su hermano tras rendirse en Santoña a los italianos, las depuraciones políticas de los que habían sido funcionarios, la imposibilidad de conseguir una vivienda y de trabajar: la miseria humana", apostilla Garai, coautor de Punto Final: Última testigo, de Intxorta 1937 Kultur Elkartea.

Desde niña le fascinó la profesión de su padre, que fue subdirector del Observatorio Meteorológico de Igeldo

En medio de este ambiente estrangulador, surgen personas que arriesgan su vida y hacienda por ayudarles. Personas que no están dispuestas a presenciar inermes la supresión física de los opositores.

Más adelante ve cómo el militar, e íntimo amigo de su hermano fusilado, que había usurpado el puesto de su padre en el observatorio es confirmado en el mismo y condecorado varias veces en la Democracia. Incluso llegó a formar parte del Consejo Provisional Vasco durante la transición. Su padre, gravemente enfermo tras su estancia en la prisión de Ondarreta en 1941, es colocado en situación de excedencia forzosa. Años después se le concede una pensión de la Beneficiencia de 5 pesetas diarias por no haber cotizado tiempo suficiente y fallecerá a consecuencia de las secuelas de la pulmonía contraída en prisión.

mantener vivo el recuerdo

Maite, tras casarse en 1947 con un socialista, tiene que huir de Barcelona y de Madrid por las denuncias de uno de su compañero de trabajo conocedor de su pasado político.

Uno a uno mueren todos sus familiares y amigos. Los testigos de la historia. Maite se queda sola para mantener vivo el recuerdo de los fracasados. Al morir el genocida Franco comienza la búsqueda de datos en torno al fusilamiento de su hermano. Así llega a establecer contacto con personas que habían padecido como ella.

Muchos años después se tropieza con algunas cuyos familiares compartieron celda, sepultura o coincidieron con su padre y hermanos en algún momento de la Guerra Civil. Entre cuatro de ellos deciden reconstruir fielmente la historia que publicaron en libro. "La novela es el relato de los hechos reales en formato novelístico, con poquísimas licencias literarias", acota Garai. Todo lo que se cuenta está probado documentalmente, incluidos los datos meteorológicos que sirvieron al bombardeo de Gernika-Lumo, a los bombardeos de Bilbao y a la batalla del Cabo de Matxitxako.

En los últimos años Maite ha intentado, ante los mismos partidos políticos por cuyas ideas lucharon sus hermanos y su marido, que se declaren injustas las sentencias de los Consejos de Guerra por los fue fusilado su hermano Juan Antonio y condenado su hermano Enrique por el delito de rebelión a 20 años de prisión. Ha pedido al Gobierno vasco en varias ocasiones, la última hace solo dos meses, que se incluyan a los fusilados por los franquistas en los registros civiles como "fusilados". No como desaparecidos que es como constan actualmente.

Se dirigió al Ministerio de Medio Ambiente español y a la Diputación de Gipuzkoa que anule la resolución del expediente de readmisión de su padre en 1947, que terminó en la excedencia forzosa. "El Ministerio se lavó las manos y La Diputación ha respondido negativamente", valora Garai. Ha recurrido al Ararteko. Idéntica respuesta. El Defensor le responde a Maite: "Esta institución lamenta que no se reconozcan los derechos de su padre Don Juan Landín Allende y comprende el sentimiento de desilusión que esa noticia le produce"

"Los perdedores, además de al paredón y a prisión, han sido condenados en la Democracia al olvido por sus mismos correligionarios. Los ganadores de la contienda supieron disfrazarse de demócratas a gran velocidad, tras la muerte de Franco", denunciaba la propia Landín y Garai.

(Deia. 12 / 06 / 2013)