martes, septiembre 16, 2008

HISTORIADORES CASADISTAS O NUEVAS VOCES A FAVOR DE LA IMPUNIDAD DEL FRANQUISMO. Artículo de opinión de Floren Dimas Balsalobre

El contexto actual contiene varios elementos comunes con aquella trama casadista, que traicionando el espíritu de la II República, intentaron pactar con el enemigo, pese a haber acreditado muchos de éllos en su larga trayectoria y hasta ese momento, su fidelidad y su entrega a la causa republicana, pero llegado el momento crítico, cuando se vislumbra el final irremediable y mayor es la exigencia de firmeza, coherencia y sacrificio, terminaron por desdecirse de sus principios, llamando “traidores” a los suyos y negociando con el adversario para alcanzar el perdón y acaso, un lugar en la lumbre del nuevo orden que se preparaba. Capitularon, y aunque fueron engullidos sin recibir recompensa por su felonía, causaron daños irreversibles a la causa que un día dijeron servir.

Al utilizar este paralelismo histórico, nos estamos refiriendo a algunos sumos pontífices de la historiografía actual de la República, la guerra civil y el franquismo, que habiendo realizando a lo largo de su vida trabajos de investigación y análisis de una gran altura científica e irreprochable probidad deontológica, se han ganado con su currículum exitoso un lugar allá en lo alto que les abre el camino del renombre, los laureles, las editoriales, las conferencias y el “caché” inherente a los triunfadores, que pasan de las aulas anodinas a las candilejas del mundo editorial, a los platós de la TV, a los cursos y congresos de postín, los codiciados espacios de El País y otros escaparates del glamour del mundo cultural.

Han pasado largo tiempo escarbando en los archivos, han consumido su preciado tiempo, su intelecto y patrimonio, en abrir luz en las tinieblas; han plasmado en sus obras la naturaleza intrínsecamente perversa del franquismo, han diseccionado su trayectoria, desvelado sus secretos, descrito sus herramientas de tortura, han identificado a los torturadores, se han acercado a los gritos desgarradores de sus víctimas con la cercanía de los documentos inquisidores, han sentido próximo el dolor y el pavor, tanto como el depravado sadismo de sus verdugos regodeándose en la tortura, la extorsión, el robo o la violación, como práctica habitual para lograr extirpar en los vencidos todo rastro de resistencia y de esperanza.

Ellos, los historiadores casadistas, conocen el terreno en el que hoy se mueven sus intereses. Se han ganado merecidamente un lugar de reconocida solvencia académica, y ahora viven un momento de brillo personal que les convierte en “famosos” del mundo académico y social, elevando su prestigioso “caché” en las comparecencias mediáticas, levitando de autoestima por el reconocimiento a una labor que les coloca al borde mismo de la consagración por los poderes públicos, como parte de los pilares sobre el que se sustenta el orden sociopolítico del Estado. Han corroborado el crimen, lo han documentado, han desvelado los nombres de los criminales, han probado sus fechorías... y después de tanto esfuerzo, concluyen llamando a la exoneración de los verdugos compareciendo con espacios generosos en los grandes medios nacionales, sirviendo de coartada justificativa al apoyar la iniciativa del juez Garzón para buscar a los desaparecidos, pero aconsejando parar la cosa en el punto en donde empiece a desliarse el ovillo que pudiera llevar a la puerta de la casa de los asesinos, estén vivos o muertos. Hablan de buscar y desenterrar crímenes, sí, pero sin investigar sus autorías, promoviendo estados de opinión que lleva a algunos a decir aquello de “yo solo quiero llevarme los restos al cementerio del pueblo y enterrarlos dignamente”. Es decir, pasando de la fosa común al nicho común y aquí al olvido definitivo en pocos años. Y aquí paz y después gloria.

Ellos, los historiadores casadistas, cuyo número aumenta sin cesar por miedo a quedarse fuera del Olimpo, cumplen una valiosa misión al servicio de la causa del actual “statu quo” del Estado, avalando con su toga y su birrete, sus libros y su sabiduría, la momificación de los hechos históricos en páginas de celulosa, al tiempo que animan activamente a buscar a los desaparecidos, exhumarlos y entregarlos a los familiares, con parada y fonda aquí, para que las leyes que persiguen la impunidad de los crímenes masivos, sean aplicables tan solo a los cometidos por dictaduras ultramarinas, evitando verse llamados a peritaje por el juez instructor español, que se atreviera a procesar a quienes ordenaron o participaron en estos crímenes de lesa humanidad.

No son ingenuos, no se trata de un error al evaluar las consecuencias de su postura; han calculado y decidido: saben que solo así se aseguran el ascenso al palco de los grandes, camino que es largo y disputado. A los demás, los que al contrario que los casadisdtas, exigen la búsqueda de la Verdad, pero también de la Justicia y la Reparación judicial, es posible que pronto lo encontremos, como antaño, en el puerto de Alicante.

Floren Dimas Balsalobre
Asociación de Memoria Histórica y de víctimas del franquismo
AMIGOS DE LOS CAÍDOS POR LA LIBERTAD (1939-1945)
(MURCIA)