domingo, mayo 11, 2008

CANTO PARA TODOS LOS QUE "DESAPARECIERON EN LAS CUNETAS"


«Mira que llueve en este pueblo, joder. Me parece que los de arriba se han cabreado... aunque tampoco es que nunca les hayamos tenido de nuestra parte», comenzó irónico José Mari Asín su arenga a los cientos de asistentes que no quisieron perderse el postre que, en forma de concierto, cerró la jornada de ayer en Sartaguda. «A los que siguen justificando aquel sistema de terror, que yo conozco un partido que lo hace y que se permite el lujo de dar carnets de demócratas. ¡Tiene cojones la cosa!», prosiguió entre aplausos y como prólogo a la aparición sobre el escenario de Enrique Villarreal ``El Drogas'', quien no vino a cantar, pero sí a contar.

Recibido entre vítores, se caló las gafas -«es la primera vez que lo hago en público», reconoció ante un auditorio que recibió el gesto con risas- y declaró que «ni soy ni quiero ser imparcial». Dedicó un emotivo texto a todas esas mujeres víctimas, de una u otra manera, de aquella persecución fascista, de quienes dijo «seremos su aliento y su rabia». Y se preguntó «¿por qué pasar página, si todavía no nos la han dejado leer?». No olvidó a quienes escriben la historia oficial, en este caso la navarra, como Jaime del Burgo -«padre; que el hijo es el del 11-M», aclaró- . Y se despidió con el clásico «¡Salud y República!».

Le tomó el revelo la música y letra de Bide Ertzean. Dedicaron una de sus canciones a su aitona desaparecido en la contienda. El coro Taller de Kortxeas volvió a levantar al público con ``Grandola, Vila Morena'', la canción que sirvió como señal para el inicio de la Revolución de los Claveles de Portugal, y que puso los primeros puños en alto.

Fueron los mismos claveles que familiares de víctimas, acompañados de la mano por niños y niñas, depositaron delante de la gran pantalla que sobre el escenario mostraba los nombres y apellidos de quienes salpican el muro del "Parque de la Memoria". Un instante en el que arreciaron los primeros gritos de ``Herriak ez du barkatuko!'' y ``Jo ta ke, irabazi arte!'', que se repetirían a lo largo de las más de dos horas de homenaje. El silencio que le siguió propició el primer y muy aplaudido irrintzi de la tarde. Sólo la jota navarra compitió con él. La de Ana Carmen Jarauta, de Murchante, que precedió a otro de los momentos álgidos del concierto: La aparición del cantautor navarro Fermín Valencia.

«Esa bandera republicana -señaló a las enseñas tricolores que despuntaban entre el público- fue una bandera de libertad y puede seguir siéndolo». Su primera letra la dedicó a Domingo Cáseda, muerto antes de llegar al alto de Loiti; la segunda, a Josefina, a la que mataron a su padre y a su hermana. Una asistencia entregada le obligó a volver al escenario y hacer vibrar más a la gente con el estribillo «Navarra tiene cadenas, por adentro y por afuera, las del escudo son nuestras, las de fuera son impuestas». Al término, Fermín se llevó una de las grandes ovaciones de la tarde. «¡Viva la III República!», gritó alguien.

Y en eso, una tafallesa, Esther Zabalegi, pidió permiso para echar una jota, puño en alto, donde invitó a que «no me vengas a llorar cuando muera, soy viento de libertad». Libertad de independencia y República, «dos palabras que hoy ni siquiera se pueden pronunciar», recordó minutos después Ruper Ordorika, mientras hacía sonar su voz y su guitarra.

Y como colofón, José Antonio Labordeta. Los flashes y las cámaras de los teléfonos móviles se dispararon al unísono. Con un par de canciones se metió a los asistentes en el bolsillo y con el coreado ``Canto a la libertad'' final llevó al público a un último acto de comunión con, dijo, «todos aquellos que desaparecieron en las cunetas».

Por ellos y ellas, ¡Salud y República!
(Gara. 11 / 05 / 08)