sábado, marzo 15, 2008

LA ULTIMA VICTORIA DE UN COMANDANTE


"En menudo fregado nos hemos metido por los asturianos". Cándido Saseta repitió esas palabras poco antes de morir en Areces, una pequeña localidad cerca de Oviedo, donde los tres batallones vascos que él dirigía se enfrentaron a las tropas rebeldes. Era el 23 de febrero de 1937 y, además del propio Saseta, alrededor de un centenar de gudaris del batallón Euzko Indarra murieron cuando se dirigían a liberar la capital asturiana. El sábado pasado, su sobrina, Arantza Saseta, acompañó al equipo de Aranzadi que ha investigado la muerte de su tío. Empezaron a excavar en el lugar en el que, según un anciano de la localidad, habían enterrado al jefe de los soldados vascos. Alrededor de las 17.00 horas, encontraron los primeros huesos.

Saseta nació en 1904 en Hondarribia y con 16 años comenzó su carrera militar. Declarada la guerra, participó en las reuniones de líderes políticos partidarios de un movimiento militar soberanista, al margen del ejército republicano y logró incorporar en Azpeitia a 600 voluntarios abertzales que serían el embrión del Euzko Gudarostea en septiembre de 1936.

En febrero de 1937 el lehendakari José Antonio Aguirre le ordenó dirigir a las brigadas que el Gobierno Vasco envió a Asturias: "Euzko Indarra", formada por voluntarios de ANV, y "Amaiur", del PNV, a los que acompañó el Batallón "Prieto", de los socialistas.

Cuando llegaron al río Nalón, la brigada vasca echó a suertes quién lo cruzaría primero, después de comprobar que los asturianos no habían construido un puente para atravesarlo. Pero los sublevados estaban esperando al otro lado y la travesía de los gudaris de Euzko Indarra se convirtió en una ratonera, aunque consiguieron, con la ayuda de "Amaiur", tomar la posición de Areces. En la lucha, el batallón de "Euzko Indarra" quedó diezmado y ANV perdió al 34% de sus efectivos en Asturias, la mayor parte en dos días de batallas en Areces.

Según el relato de varios hombres de la localidad asturiana, casi un centenar de soldados vascos fueron enterrados bajo la campa que hoy conocen como "el Pradón de los Vascos". El jefe, sin embargo, fue enterrado a unos 500 metros de la casa principal de Areces, al borde de un camino. Allí encontraron los investigadores de Aranzadi los restos de Saseta el sábado pasado. Los historiadores e investigadores de Aranzadi también seguirán trabajando para localizar los restos de los otros cien gudaris.

Reconocimiento
"Yo no lo olvidaré jamás"

Fue en el año 1999 cuando dos sociedades de Hondarribia, "Olagarro" y "Muara", decidieron, amparadas por el fallecido Martin Ugalde, recuperar la memoria de Cándido Saseta. En el año 2004 celebraron el centenario de su nacimiento, aunque distintas sensibilidades políticas lo hicieron por separado. Dos años después, los hondarribiarras visitaron "los prados cubiertos de sangre vasca" de Areces, "en los que se volvieron a oír irrintzis", como recuerda Joserra Emparan en nombre de las dos sociedades hondarribiarras. Entonces, se pusieron en contacto con Aranzadi y con la familia de Saseta para buscar sus restos.

"El lehendakari Aguirre dijo Yo no lo olvidaré jamás, pero se le ha olvidado y no tiene el reconocimiento que merece. No ayuda el que cada bando lo quiera asumir para él. Si Cándido Saseta hubiera nacido en Francia o Inglaterra, ya habría películas sobre él", declaró ayer Emparan, que acompañó a los miembros de Aranzadi, ANV, algunos familiares de más gudaris fallecidos y a la familia de Saseta en la presentación de la investigación que ha llevado a cabo la Sociedad de Ciencias y que les llevó el sábado a la localización del cuerpo.

"Lo encontramos donde nos dijo el hombre del pueblo, a unos 30 ó 40 centímetros de profundidad y cubierto con unas piedras de un muro cercano", explicó Francisco Etxeberria, investigador de la UPV y colaborador de Aranzadi. Añadió que, junto al cuerpo, encontraron varios mecheros, una pluma y un disco identificativo que podrían haber pertenecido a Saseta, ya que lo desnudaron antes de enterrarlo.

Reivindicación
¿Homenaje en Gernika?
En Febrero de 1937, la muerte de Saseta impactó a los batallones vascos y Bilbao acogió un funeral de estado por él y los demás gudaris y milicianos fallecidos en Asturias. Una vez recuperados sus restos, la familia de Saseta, así como Joserra Emparan en nombre de las dos sociedades hondarribiarras que comenzaron su búsqueda, reivindicaron ayer que las instituciones y la sociedad vasca le vuelvan a rendir un homenaje, como símbolo de los gudaris que murieron durante la guerra. "Gernika sería el mejor lugar para hacerlo, él estuvo allí con el lehendakari Aguirre visitando la Casa de Juntas", señaló Emparan, que también sugirió que ese homenaje se podría hacer coincidiendo con el día en el que se recuerda el bombardeo.

La concejal de Hondarribia Miren Legorburu también reivindicó que la figura de Saseta y la historia de los soldados y voluntarios vascos que participaron en la guerra tenga su lugar en los libros de texto de los escolares, "porque los niños deben conocer lo que pasó, aunque se ha perdido mucho en el camino". Por eso, instó a las instituciones a crear una comisión para preparar ese homenaje unitario, "por encima de partidismos".

(Noticias de Gipuzkoa. 15 / 03 / 08)