domingo, abril 01, 2007

HOMENAJE A LOS FUSILADOS DE AZAZETA EN EL 70 ANIVERSARIO DE SU ASESINATO

La céntrica "Plaza de Los Guardias" acogió ayer por la mañana a cuantos quisieron reunirse en torno a una ikurriña y a una bandera republicana para aplaudir y dedicar un sentido recuerdo a 16 nombres poco conocidos de la historia oficial pero con un hondo significado para muchos alaveses de a pie. No faltaron los momentos emotivos en el acto celebrado por el colectivo Ahaztuak 1936-1977, un grupo cada vez menos olvidado tal y como quedó demostrado ayer. Cerca de dos centenares de ciudadanos respondieron al llamamiento y se acercaron hasta el lugar de la cita para escuchar una historia poco conocida y escasamente divulgada. Un cuento de otros tiempos, muy real y con final triste.

El encargado de reunir las piezas históricas que conformaron este puzzle en contra del olvido fue el portavoz de la plataforma, Lander García, que actuó como cronista de la jornada. Tras una breve intervención en la que una pareja de txalapartaris extrajeron de la madera los sonidos que sirvieron de presentación al acto, García inició el oscuro relato: "Es necesario rescatar del olvido los hechos que tuvieron lugar en marzo de 1937. Por aquellas fechas, el director del alzamiento fascista, Emilio Mola, llegó a Gasteiz para ultimar los preparativos de la ofensiva que estaba a punto de lanzar en el frente norte..."

El escenario propuesto para la historia fue el antiguo penal vitoriano de la calle La Paz, prisión que fue sustituida en 1973 por la actual cárcel de Nanclares. Cuando Mola llegó a la capital alavesa reveló parte de su estrategia: "La campaña no se desarrollaría únicamente en el frente de guerra, también se actuaría en la retaguardia", recordó García. La idea consistía en disuadir a los ciudadanos de cualquier conato de oposición y el golpe de efecto que lo lograría sería una matanza de presos. "Las autoridades vitorianas, falangistas y requetés, se reunieron el 30 de marzo en la sede carlista de la Hermandad Alavesa y allí elaboraron la lista de los que debían ser sacados de la cárcel para morir fusilados", prosiguió el relato. Entre los elegidos, un nombre destacado: el de Teodoro González de Zárate, el último alcalde republicano de Vitoria.

A medida que los rostros de los presentes, amigos y parientes de los desaparecidos, se congestionaban y las gafas se retiraban furtivamente de los rostros para secar alguna que otra lágrima incontenida, García continuó con la parte más truculenta de su historia. "La noche del miércoles 31 de marzo de 1937, un piquete de falangistas, requetés y guardias civiles dirigidos por el asesino Bruno Ruiz de Apodaca se presentó en la prisión. A los 16 presos se les exigió que firmasen un escrito en el que constaba que eran puestos en libertad. Una orden falsa que equivalía a una sentencia de muerte", señaló. La resolución del relato fue trágica. "Maniatados, fueron distribuidos en dos camiones y conducidos al lugar del crimen. De La Paz a la muerte en Azazeta", concluyó.

A pesar del dramático final, los congregados en Vitoria se resistieron a dar por cerrada esta historia que perdura intacta en la memoria de los amigos y familiares de los asesinados hace ya 70 años, así como en el ánimo de un buen número de ciudadanos alaveses. Ayer, en la Plaza de Los Guardias, disfrutaron de la oportunidad de vencer al abandono, escucharon bertsos en los que se habló de cárceles y de víctimas, repasaron el largo listado de inocentes caídos por el totalitarismo, cantaron juntos "La Internacional" y el "Euzko Gudariak" y asistieron al mejor de los reconocimientos: el de los vecinos que, con su determinación, hacen posible que los nombres de estos ciudadanos anónimos se conviertan en un ejemplo resistente al paso del tiempo.

("Noticias de Alava". 1 / 04 / 07)